miércoles, 30 de enero de 2013

EMILY DICKINSON en ABC


ABC digital


INÉS MARTÍN RODRIGO


Se publica, por primera vez en español, toda la poesía de la autora estadounidense en un extenso volumen de casi mil páginas y 1.789 poemas








Decía Josep Pla (1897-1981) que «traducir es muy difícil, tal vez imposible«. Las elocuentes palabras del autor catalán, gran lector en varios idiomas, adquieren, en el caso de la poesía, un sentido aún mayor. Pero, al hacer referencia a determinados poetas, esa dificultad llega a cobrar vida, al haber construido un universo propio cuya entrada está solo reservada a determinadas personas: sus devotos lectores.
Emily Dickinson es una de esas poetas (1830-1886) que guardan con proceloso cuidado la llave de entrada a su espiritual lirismo, de ahí que, una vez dentro, el invitado (lector, traductor, editor...) viva en un permanente estado de agitación interior. La publicación, por primera vez en español, de la Poesía Completa de la autora estadounidense por la editorial Amargord es, por tanto, unacontecimiento literario digno de celebración, aunque pueda pasar desapercibido para el gran sujeto pasivo que consume libros como masca chicle.
El extenso volumen (son 1016 páginas y 1789 poemas) llega esta semana a las librerías y es fruto de diez años de trabajo de Enrique Goicolea, traductor especializado en la obra de Emily Dickinson, de cuya poesía ha elaborado varias antologías, la última de ellas «El viento comenzó a mecer la hierba», edición ilustrada por Kike de la Rubia y publicada por Nórdica.
Hace seis meses, Goicolea presentó el proyecto a José María Quintana, editor de Amargord, quien en un principio pensó en publicar la extensa obra en dos libros, pero finalmente decidió hacerlo en un único «libro canónico». El adjetivo no es gratuito, ya que los casi 20.000 versos están traducidos con sutil maestría y divididos en tres etapas cronológicas: Mañana, Mediodía y Tarde. Goicolea quiso, de esta forma, emplear un recurso poético muy habitual en la lírica de Dickinson y añadió un cuarto capítulo con los poemas que fue imposible fechar.
Esta Poesía Completa de Emily Dickinson, que no publicó un solo libro en vida (La Publicación es la Subasta / de la Mente del Hombre, dice en uno de sus poemas) sigue la numeración propuesta en 1998 por el profesor de la Universidad de Yale R. W. Franklin y contiene, además, un Índice de Correspondencia de Numeraciones Franklin-Johnson, ya que la edición canónica que Thomas H. Johnson publicó en 1955 sigue siendo la más utilizada, pues los poemas fueron ordenados cronológicamente y con mayor fidelidad a los originales.

La recopilación de su obra

Y es que, la recopilación y posterior publicación de la obra de la poeta fue una ardua labor llevada a cabo por sus familiares y amigos (especialmente su hermana Lavinia, a quien llamaba su Ángel de la Guarda, su amiga Mabel Loomis Todd y su preceptor, el profesor T. W. Higginson) a modo de homenaje tras la muerte de Dickinson. Una muerte que, tan discreta como su vida, le llegó a los 55 años en la casa familiar de Amherst (Massachusetts), donde la poeta permaneció recluida los 20 últimos años de su vida. Este hecho contribuyó a aumentar el halo de misterio que su figura siempre desprendió debido, según Enrique Goicolea, a «su retraimiento, su vida al límite mismo de la locura, la extrañeza y originalidad de sus ideas y sus metáforas».
Ese misterio se advierte en esta edición que presenta, a juicio del traductor, dos aspectos novedosos: «El original universo poético de la autora puede ser inteligible en español y el cuidado de la forma», pues sus poemas «tienen ritmo y musicalidad». Goicolea cree que «el universo poético de Emily Dickinson gira en torno a varios temas recurrentes: la muerte, la Naturaleza, el éxtasis que conseguimos mediante el arte, la desesperación de no encontrar sentido a la vida» y «los misterios que encierra su poesía son los misterios de la vida misma: el sentido de la existencia, las posibilidades del arte, la necesidad de amar, la belleza y la complejidad que percibimos en el mundo que nos rodea».

Walt Whitman

No obstante, la importancia de Emily Dickinson es comparable a la deWalt Whitman (1819-1892), once años mayor que ella y a quien no llegó a conocer, aunque sabía de la existencia de «Hojas de hierba» y había oído decir que la poesía de Whitman era indecente. Son, según Goicolea, «dos poetas muy americanos y muy diferentes, contemporáneos, autodidactas. Vienen a representar la cara y la cruz de la misma moneda. El uno nos muestra el mundo por la mañana, la otra nos lo muestra por la tarde».
¿Y qué hay de su influencia? «En América, ha sido rastreada en poetas como Wallace Stevens y Hart Crane. En Europa es más difícil decirlo, puesto que ha llegado tarde y fragmentariamente. Más bien podríamos hablar de similitudes o coincidencias». Aunque, como asegura Goicolea, «el espíritu del hombre camina por una misma senda y los poetas, donde quiera que estén, van poniendo palabras a sus sentimientos». En este caso, 1789 poemas salidos de un corazón poco cobarde y que, como escribió su admirada Emily Brontë, «no tiembla en la tormentosa esfera del mundo».